29 de diciembre de 2013

Reyes de Esperanza




                        Reyes de esperanza




Melchor frunció la barba mucho antes de afeitarse.
Un sorprendente lustre se encenderá en su rostro
cuando acabe el camino.

Gaspar, más bien teñido, o algo mejor tostado,
no reparó en potingues delante de su espejo
para iniciar la ruta.

Baltasar, sin embargo, delata su inocencia.
De negro camuflaje, sin ningún documento,
insistió con partir.

Y es que en dos mil catorce, todo globalizado,
nuestros Magos de Oriente celebran la memoria
de  su pasado incierto.

Dentro de aquél pesebre  solo habitó un pequeño.
El Hijo de un Parado y una Madre soltera
sin libro de familia.

Por tanto un buen presente no precisaba de oro,
ni perfumes de incienso ni mirra para el pelo.
La levedad suprema demanda la ternura
de un buey junta a una burra y algunos pastorcillos
para alegrar la fiesta.

Al niño de María, como a cualquier nacido:     
Un poco de cariño, calor para el invierno,
y un tarrito de miel, antes que pasar frío,
al iniciar  la marcha cuando persiga Herodes.

Lo mismo que entendieron nuestros tres Reyes Magos.
La barba para el lecho, un bálsamo de piel,
y un Baltasar  muy negro para emprender la huida
Sin sellos ni visados que requieran papel.