Fotografía de Manu García
BENDITA HOSTELERÍA “CAMINO DEL ROCÍO”
I - De tiempos de silencio o tiempos de pandemia.
La mañana discurrió sin complicaciones ni bullicio. Llegada las tres de la
tarde terminaba su trabajo en la oficina. Conectaba las alarmas, apagaba los
ordenadores y toda la luminaria que le había acompañado durante toda la
jornada. A pesar del remanso, aquella sensación tras pulsar los interruptores
le zambullía en un silencio verdadero.
Pasado algunos años vivía confinado en su propio domicilio cumpliendo con rigor las órdenes y leyes del gobierno, en lucha contra un virus coronado que aspiraba a convertirse en el azote de la generación de los mayores.
II - Después de una pandemia son
tiempos de esperanza
La Asociación Hostelería
de Jerez ha acordado reconocer con un galardón a Manuel Lugo Ortega del Bar Restaurante
“Camino del Rocío”.
Impecable en sus atuendos
y atusándose el bigote, Manolo se muestra solemnemente humilde. Pasar desapercibido
estando presente siempre. Impertérrito en la adversidad y bondadoso en la
alegría, camina más bien despacio, como si nada, dejando que pase el aire.
De Manolo Lugo se siente
el abrazo cercano sin que por eso te aplaste un oso. Muy cercas de él, cuidándolo
siempre, el beso sonado de apretón certero que te regala Patri y la grácil
turbulencia de una juventud rebelde — el de su nieta María— para comerse el mundo.
Y todos como a “una”, a la “par”, regando cariño entre tantos. Porque en el “Camino
del Rocío” no existen clientes. Por principios, por convicciones o por estilo
propio de la esencia serena de su fundador, el “Camino del Rocío” es “amor” que
se regala a través de los poros de la familia Lugo. No se puede entender de
otra manera.
En la trastienda, entre
fogones —algo más que una cocina—, Isabel, Paqui y Joaquina ponen sabor al
compás que va marcando Luis, —director de orquesta—, desde detrás de la barra. Ya
puede ser lunes, martes, o un viernes cualquiera, después de cuarenta y dos
años, en “Camino del Rocío” continúa sirviéndose el vino, la tapa, el plato o
la cerveza, con cierta graduación de afecto y altas dosis de cariño.
Cómo explicar si no tanto
trasiego: Trabajadores bodegueros de batallas solidarias. Cuadrillas de costaleros,
fieles de la Defensión. Funcionarios de Justicia, vecinos de la otra esquina.
Hermanos de la Clemencia con ramos para María. Jueces y Magistrados para indultar
al vino. Amigas de las Esclavas que dan cuenta del pasado. Abuelos y
deportistas que les encanta Jerez. Letrados de cuello blanco con su toga en la
mochila. Currantes municipales con móvil en cada mano. Caballeros de Arte
Ecuestre para marcar el paso…
En palabras de Manolo
Lugo, estas son “mi gente”, “de los nuestros”. Esencia de lo diverso, donde
reina lo plural, en singular respeto a cada individuo. Es su gesto sencillo en
la atención sincera. La verdad de la cercanía, la confesión cómplice de la
proximidad. Sin papeleta de sitio, aquí está garantizado. Donde puedo
atestiguar que, al mirar sin mascarilla superada la pandemia, es como asomarse
a ese espacio de tragos con esperanza que convierten “Camino del Rocío” en un lugar bendito donde se ama la vida.
Manuel Montero Jerez octubre 2022