DESDE EL CORONAZÓN

III - Y no es un cuento chino
Desde muy temprana edad, Roberto despuntaba por su
dominio con los puzles. Los resolvía con gran facilidad y rapidez. Aprendió muy
pronto a bajarse juegos en el smartphone. No soportaba perder y en ocasiones se
le podía ver con su móvil y el de su madre jugando con los dos a la vez.
En una ocasión, el móvil de Roberto quedó bloqueado.
Furioso, cargó contra su madre preguntándole por qué no le funcionaba. Su madre
le respondió:
-
El
teléfono se ha bloqueado. De tantas descargas le ha entrado un virus y ha
quedado bloqueado.
Asustado por la
respuesta Roberto preguntó.
- ¿Mamá, si a mí me entra un virus también me quedo
bloqueado?
Desde
entonces Roberto mostró mucho interés por la informática y por los virus.
Superada las pruebas para el acceso a la universidad estudió Ingeniería Civil
Química, eligiendo como segunda lengua extranjera “chino”. Sus amigos reían de
él.
Transcurridos los años, una vez terminadas las carreras
y ante la ausencia de empleo y becas para la investigación en España, sus
amigos decidieron emigrar a los países más próximos en busca de futuro. Al cabo
de tres años regresaron. Otros, obligados por sus circunstancias económicas y
ante la ausencia de perspectivas, también regresaron a casa de sus padres.
Sin embargo, Roberto consiguió una beca para
investigación en Shanghái International Studies University
y allí reforzó sus conocimientos de ingeniería molecular.